Las comodidades de hoy en día

Vivimos en Castellón de la Plana desde hace ya varios años, somos manchegos pero nos gustaba la idea de vivir más cerca del mar, algo con lo que yo había soñado desde siempre, ya que viviendo en el centro del país no puedes disfrutar tan a menudo de las ventajas del mar, de las playas de la costa, algo que siempre me ha fascinado. Así que cogimos todo lo imprescindible y con muchas ganas nos fuimos a vivir allí. Como mi marido es cocinero de profesión, uno de los mejores diría yo, enseguida pensamos en montar un negocio de hostelería, yo soy peluquera pero me da igual servir cañas que sacar flequillos.

Pusimos un restaurante y lo organizamos para tener servicio a domicilio, toda la carta a precios increíbles y sin tener que salir de casa, ¿Qué más se puede pedir? Contratamos aun buen chico, Roberto para llevar el cochecillo del reparto, un cuatro latas muy muy antiguo pero que tenía su encanto. Tras algunos años el coche empezó a dar problemas por lo que decidimos deshacernos de él.

No sabíamos cómo dar de baja un coche así que nos informamos en internet y descubrimos que los desguaces se encargan de todo. Primero te compran el coche, ya que sacarán de él todas las piezas que se puedan vender, la tasación fue bastante más alta de lo que esperábamos, ya que creíamos que no nos darían nada por él, así que por pequeña que fuera la cuantía, saldríamos ganando. También nos agradó saber que vendrían a por él a la puerta del restaurante con una grúa, cosa que facilitó el transporte del cuatro latas. Cuando lo vi desaparecer por la esquina del paseo, supe que se habían llevado una parte muy importante de nuestra historia, pero es renovarse o morir, y nosotros seguimos hacia delante.

En el desguace lo desmontaron y reciclaron todas las piezas que se podían aprovechar y los residuos sobrantes fueron conducidos a la central para el trato de residuos tóxicos para su posterior reciclaje y destrucción. Se encargaron de dar de baja el vehículo en la Dirección General de Tráfico y así me ahorraron a mí, largas colas en la central de Tráfico para obtener el documento que acredita el fallecimiento del coche. Tras esta experiencia compramos un coche de segunda mano al que bautizamos como cuatro latas dos punto cero en honor a su antecesor.

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